domingo, mayo 13, 2007

La historia y el presente que no miramos: Colonia Emilio Mitre

"Yo que nací en esta tierra, en esta tierra pampeana
cubierta de salitrales, sampales y chañarales
a orillas de la laguna, la laguna Urre-Lauquén.
Yo que nací en esta tierra
en esta tierra sufrida por los vientos y la sequía
esta tierra tan sufrida por los vientos y la sequía.
Yo tengo mi rancho, amigazo, frente de una laguna.
En el tiempo de mis abuelos jamás el agua faltó
ahí solamente ha quedado, solamente un salitral
En esos días de viento sólo polvo blanco se ve.
Usted pregunta, amigazo, por qué me sigo quedando
es que aquí me criaron mis padres, aquí me quedo, sí señor.
Yo quiero este pueblo pampeano
Que es tan soberano como el mismo sol
."

Versos de Don Domingo López Alacha.
Poblador ranquel de Puelches.

Por el año 1868 uno de los más pródigos integrantes de la generación del 80 escribía "Una excursión a los indios ranqueles" mientras se encontraba apostado como Comandante de frontera en Río Cuarto, provincia de Córdoba. Este hombre se llamaba Lucio V. Mansilla quién supo ser periodista, escritor, militar, diplomático, flaneur en París, dandy en Argentina. Pero la historia que me interesa hoy es otra y tiene que ver con su obra mas difundida, la cual hoy puede ser adquirida en sus innumerables traducciones en Amazon u otras librerías virtuales o no, pero lo cierto es que los personajes que le dan vida y carácter a su obra siguen existiendo en la piel de sus hijos, nietos y bisnietos, y de la actualidad de esta gente que sigue respirando y luchando por sus derechos ancestrales y pasando necesidades nadie se entera, o mas bien nadie se ocupa. Y este blog va a intentarlo contando la historia y el presente de Colonia Mitre...

Cuenta la historia que en ese terruño arisco ni los más antiguos y ambiciosos conquistadores se aventuraron cuando se lanzaban tierra adentro en búsqueda del oro que relucía en una mítica ciudad de los Césares. Las mañas de una tierra áspera alcanzaban para poner en fuga a los militares del Ejército Argentino. Cuenta esta misma historia que hasta un galardonado y linajudo coronel Emilio Mitre fue vencido por el desierto en enero de 1858, después de que al trotecito compadrón dejara el fortín Médano para barrer a los ranqueles, con una tropa compuesta de dos mil soldados con los que nunca llegó a entreverarse con malones, les alcanzó con la sequía y el desconocimiento del lugar.
Cuenta también la historia que más tarde cuando corría el año 1877 el general Roca gestionó en la Legislatura la preparación de la invasión blanca a las tierras indígenas y que en 1878 no convenció a los ranqueles el tratado de paz firmado con los cristianos, que al fin y al cabo a fines de ese año comenzarían el genocidio de la mal llamada “campaña al desierto”. Esta misma historia cuenta que a poco de acordarse la tregua de 1878, un grupo ranquel viajó a Villa Mercedes (San Luis) a cobrar las raciones pautadas, y fue emboscado por las tropas. Más de la mitad de la pacífica partida fue asesinada y el resto fue apresada. Sobre el exterminio que provocaron las campañas militares, la lonko Inés indica que “los sobrevivientes eran llevados a la isla Martín García, al sur y a diversas regiones del país. Los chicos eran tomados como criados de familias porteños y los hombres fueron explotados. Así, el empedrado de la Capital Federal fue construido por ranqueles sometidos”.
Sobre estos hechos hay un informe oficial de la comisión que acompañó al ejército argentino en esta campaña durante el año 1879 que reza: "Se trataba de conquistar un área de 15.000 leguas cuadradas ocupadas cuando menos por unas 15.000 almas, pues pasa de 14.000 el número de muertos y prisioneros que ha reportado la campaña. Se trataba de conquistarlas en el sentido más lato de la expresión. No era cuestión de recorrerlas y de dominar con gran aparato, pero transitoriamente, como lo había hecho la expedición del Gral. Pacheco al Neuquén, el espacio que pisaban los cascos de los caballos del ejército y el círculo donde alcanzaban las balas de sus fusiles. Era necesario conquistar real y eficazmente esas 15.000 leguas, limpiarlas de indios de un modo tan absoluto, tan incuestionable, que la más asustadiza de las asustadizas cosas del mundo, el capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura, tuviera él mismo que tributar homenaje a la evidencia, que no experimentase recelo en lanzarse sobre las huellas del ejército expedicionario y sellar la toma de posesión por el hombre civilizado de tan dilatadas comarcas". Y, sin contentarse con eso, escribían “Es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista. Pero se debe considerar, por una parte, que los esfuerzos que habría que hacer para transformar estos campos en valiosos elementos de riqueza y de progreso, no están fuera de proporción con las aspiraciones de una raza joven y emprendedora; por otra parte, que la superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del porvenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba.
Pero, como la historia nunca es justa con los vencidos, cuenta también la historia que, para colmo de males, las familias sobrevivientes que se habían asentado luego de su derrota con las tropas del General Roca en el paraje de La Blanca fueron desalojadas del mismo por orden de un juez a instancias de un supuesto título de propiedad de un tal Guiraldes. Hecho que provocó que por el año 1899 los caciques Santos Morales y Caleu y Curaleo Cabral cansados ya de toda esta situación salieran a protestar, lo cuál hizo que el General Julio A. Roca por entonces el presidente del Estado Argentino el 28 de Febrero de 1899 se vea obligado a crear por Decreto la Colonia Emilio Mitre y por otro decreto del 24 de Abril del mismo año a ampliarla a 80.000 hectáreas con el fin de apartar a las tribus en parajes entonces improductivos.

Hoy Germán Canhué portador de la mayor información sobre esta historia, pampeano que integra el Consejo de los Pueblos Indígenas de Argentina, recuerda que en 1900 había en los campos de colonia mitre una suma cercana a los dos mil pobladores. El sustento se lograba con la cría de ovejas, en especial cabras y los trabajos de artesanía. Pero al decrecer las labores manuales hecho que comenzó a producirse cerca de 1940, la fuente de trabajo disminuyó y hubo un despoblamiento marcado. Sobre esto recuerda Bonifacia Escobar, de 81 años, 14 hijos y 59 bisnietos, y pobladora de Algarrobo del Aguila que "en el 41, por ahí el río se cortó y por casi cuarenta años no bajó una sola gota de agua por el Atuel", junto al Desaguadero, uno de los dos afluentes del Chadileuvú-Salado, y que después, de golpe, hubo inundaciones a mediados de los años 80. Y agrega Doña Bonifacia "Hubo entonces que afrontar necesidades. Hacer un jagüel y trasladar el agua en baldes. Se perdieron capitales, la gente se fue. Antes había mucha gente, una iba a las casas y las familias eran muy numerosas. Nadie nos avisó, se cortó el agua, se fue". La construcción de diques aguas arriba y de los oasis de cultivos en estados vecinos privó de agua dulce al oeste pampeano. Sumando a eso los años de sequía, en los que la próspera producción lanar de La Pampa -con dos esquilas anuales- invariablemente decayó; entonces se impusieron los chivos, para la subsistencia.
En los últimos años se avanzó para recuperar ese pasado y mejorar el presente de quienes continúan en esa tierra. Un porcentaje alto de sus ocupantes es de ascendencia india. “En 1975, una reforma sobre tenencia de la tierra en La Pampa, establece que la tierra debe ser para quien mejor la trabaje. Con eso, los hermanos fueron excluidos al no contar con medios para competir con el blanco. Nos vuelven a empujar y aparecen más alambrados. Entonces se organiza una resistencia apoyada por el abogado Fernández Acevedo, y se llega ante el presidente Alejandro Lanusse”, recuerda Canhue. “Se recuperan tierras, pero con títulos individuales, no comunitarios. Y, de las 80 mil hectáreas que teníamos hoy nos quedan 40 mil. Cada chacra tiene 625 hectáreas y no llega a ser útil para la producción, que requiere unidades de cinco mil hectáreas por la calidad del suelo. Eso lleva a que muchos puesteros hayan malvendido sus tierras a especuladores”, remarca. Por otra parte, Canhue cuenta que, sobre proyecciones sobre los censos, se estima que son 20 mil los ranqueles en La Pampa, pero hay miles que viven en otros sitios del país. Esa presencia de la comunidad ranquel logró que en 1990 fueran reconocidos por ley provincial y que, en 1994, la Constitución pampeana admita la “preexistencia étnica y cultural” del pueblo ranquel.
Otra de las problemáticas del presente de este pueblo lo configura el hecho de que con el cambio de clima que se está verificando actualmente las tierras de Colonia Mitre son hoy día más húmedas, lo que genera que sean mas propicias para la producción, sobre todo de ganado, el cuál está siendo expulsado de sus antiguas tierras de pastoreo por el avance de la frontera sojera del país. Y por otro lado como dice Carlos Campú, gobernador del pueblo ranquel desde 1996: “Tenemos costumbres que no se pueden compartir con los blancos porque ellos tienen otra forma de vivir. Nosotros respetamos todo: la tierra, los animales. Pero el winka, cuanto más tiene más quiere tener”. Todo esto genera que los ranqueles continúen luchando por sus tierras que siguen siendo avasalladas por la mal llamada civilización de la supuesta raza joven y emprendedora que supieron ver los científicos de la Campaña al desierto. Tan joven, civilizada y emprendedora era esta raza que recién el 24 de junio de 2001, jefes ranqueles pudieron llevar a Leuvucó los restos del mítico cacique Panguitruz Nürü, mas conocido como Mariano Rosas, cuyas reliquias eran “parte de la colección” del Museo de Ciencias Naturales de La Plata dependiente de la Universidad Nacional de la Plata uno de los orgullos de la raza joven y civilizada, donde fueron exhibidos por años luego de que el coronel Racedo profanara su tumba en enero de 1879.

Por todo esto hoy resulta irónico que la colonia tenga el nombre de un coronel que huyo de la misma tierra que hoy la compone y donde hoy solo queda “el edificio caído de una escuela, una comisaría abandonada, el teléfono público que a veces funciona y un Juzgado de Paz atendido por un ranquel”, y donde “Los puesteros viven separados unas cinco leguas y el poblado está asentado en el predio de una chacra que pertenece a un particular y que el Estado debería comprar para que sean tierras de la comunidad” según indica Marcela Borthiry, trabajadora de la educación que recorrió con su oficio el oeste pampeano. Y así, mientras los ranqueles continúan luchando por sus derechos, otra ironía de la historia hace que en la Avenida Alvear, la más exclusiva de la ciudad de Buenos Aires, en el paseo de la Recoleta el Coronel Emilio Mitre tenga un monumento de bronce inaugurado en el año 1931.

http://www.eleslabon.org.ar/noticias_desarrollo.shtml?x=33119
agroactual.com.ar
http://www.mapuche.info/fakta/nacion010114.html
www.wikipedia.org