domingo, abril 27, 2008

Respuesta a Julio Sevares

Señor Julio Sevares creo, con todo respeto, que la tesis expuesta por usted es la que atrasa en cuestión de teoría económica. En principio, puedo decirle que ese no es el punto de debate actualmente: Campo vs. Industria, sino el despojo que se hace del campo, sin una política productiva seria.

Al contrario de lo que su tesis intenta aseverar, desde el campo se reconoce la necesidad de la existencia de la industria, porque la industria forma parte insustituible de los servicios que el campo consume para su producción. En ese sentido es de hacerse notar tanto a la industria química como a la biotecnológica. El problema reside en que esas industrias no están a la altura del desarrollo del campo, porque no somos autosuficientes en ellas, aun cuando somos uno de los principales consumidores mundiales de dichas industrias. En definitiva el tema se resume, si lo enfocamos desde el lado impositivo, a que el Estado desconoce esta problemática, aumentando sin cesar la carga impositiva como si todos los costos fueran en moneda local, cuando la realidad indica que los costos que el campo asume son en divisa. Más aun, esos costos aumentan, no solo porque aumenta la demanda de dichos insumos a nivel mundial, sino que dichas industrias a su vez especulan intentando quedarse con una tajada cada vez más importante en el reparto de las ganancias obtenidas por el sector primario.

Podemos decir a este respecto que si el Estado recaudara más, pero invirtiera en el desarrollo de la industria local proveedora de insumos al sector agrario, logrando dislocar de esta forma el efecto distorsivo que tiene producir con costos en divisa e ingresos en moneda local, esto seria visto de forma diferente por el sector agrario, y permitiría además vender en pesos con ganancia en el mercado interno, y vender el excedente de producción en los mercados internacionales. E incluso permitiría diversificar la producción sin verse obligado el productor a sembrar o invertir en aquellos productos de mayor precio, que hoy día son los únicos que permiten un retorno sobre la inversión digno de correr el riesgo de producir.

Por otro lado se debería saber que los costos que se asumen son aun mayores, teniendo en cuenta que los costos del transporte son elevadísimos, y no ha habido en estos últimos ocho años, en que el estado ha recaudado extraordinariamente por medio de las retenciones (O derechos de exportación como debería llamárseles), inversión en dicha materia. Al contrario, los campos siguen con las mismas rutas deshechas por años de desidia por parte de diversos gobiernos, los FFCC siguen sin funcionar, y los puertos continúan con la misma capacidad que en los 90, cuando la realidad indica que la producción se ha duplicado pero la capacidad instalada permanece invariable.

Se habla de la renta de la tierra y las ganancias que se obtiene por los arrendamientos, sin embargo no se dice que, en terminos relativos, son comparables a las de cualquier otro inmueble de toda la economia, incluso a las ganancias que se obtienen por alquileres en las zonas urbanas. Pudiendose incluso argumentar que el motivo por el que se arriendan los campos es porque son inviables economicamente para el productor mediano y chico, tanto es asi que ni siquiera puede prever cuanto sera el efecto fiscal luego de la campaña, si antes de la cosecha esta en un nivel, y cuando dicha cosecha se levanta sube mas del cincuenta por ciento. Tambien esta en discucion el nivel de ganancias del productor agrario, pero no se habla del nivel de ganancias extraordinarias que tiene la industria por la proteccion que le otorga la tasa de cambio actual y las tasas arancelarias actuales, lo que provoca que sea el consumidor promedio quien subvencione con precios mas altos a dicha industria. Cosa que con la industria agraria no sucede. Incluso se dice que la politica cambiaria actual esta definida para favorecer al campo, cuando no es verdad, sino que esta dispuesta de tal manera para proteger a la industria porque el campo es, ya de por si, competitivo a nivel internacional. Y mas aun porque es el sector mas competitivo del mundo en el ramo.

Se habla de las ganancias extraordinarias del campo por el precio internacional. En cambio nadie sabe como se traslada ese precio al productor. La verdad es que los precios se pactan en bolsas internacionales, con la mercadería puesta en un determinado lugar, de tal manera que el precio del trigo se pacta en las bolsas de EEUU y puesto en EEUU. Por tanto localmente no se cobra dicha suma, sino que se cobra dicha suma menos todos los costos asumidos hasta poner la mercadería en EEUU. A su vez, a eso se le quita todos los costos incurridos hasta llevar la mercadería al puerto, y todos los costos de la comercialización internacional (O costo del servicio de las trading companies internacionales). Y a dichos costos debe adicionársele las tasas municipales, el impuesto a las ganancias del treinta y cinco por ciento, los ingresos brutos, el inmobiliario provincial (Que en provincia de Buenos Aires aumento el ciento cincuenta por ciento promedio en los últimos tres años), etc. En contraposición a lo anteriormente detallado no se ofrecen servicios por esos impuestos. Desde el gobierno se alude que subvencionan al campo con el combustible, cosa verdaderamente cierta, quizás la única que dice el gobierno actualmente, pero lo que el gobierno no dice es que no es solo el campo el subvencionado sino toda la economía argentina en su conjunto, baste para ello un ejemplo: En el verano pasado durante la cosecha de trigo, en la zona triguera por excelencia del país, que es la region sudeste de la Provincia de Buenos Aires, el gasoil se encontraba aun mas caro que en la Capital Federal.

Resumiendo, de cada diez camiones que salen del campo, siete quedan en poder del estado, los acopiadores y las comercializadoras internacionales, y con los tres restantes que quedan para el productor se hace frente a todos los costos asumidos en la producción, incluso la perdida total por efectos climatológicos, que el estado nunca reconoce, salvo para dar una mora en el pago de servicios e impuestos, pero nunca deja de exigirlos. De ahí la frase “No queremos un socio que solo aparece en las ganancias”. Además lo que esta en discusión no es la existencia o no de las retenciones, las que se aceptaron desde el sector rural hasta el día de hoy, entendiéndose que se trata de una situación de emergencia, sino del nivel actual de las mismas, y por sobre todo el que pueden llegar a tener en el futuro.

Con respecto a la evasión, y al trabajo en negro, no voy a decir que no existe en el agro, sin embargo no es una potestad exclusiva del campo sino de toda la economía argentina. De hecho, si el sector agrario tuviera la posibilidad económica de hacer frente a todos sus pasivos exigibles no dudaría en hacer frente a los mismos, si los mismos fueran justos.

Ahora si miramos el tema desde otro punto de vista, que es el que se esta discutiendo, el tema reside en que lo que se esta ahogando son las economías del interior, y si bien los números macro del país dan bien, las economías regionales ya se encuentran ahogadas y en recesión. Y la historia muestra que esas recesiones tardan en llegar a las grandes ciudades, pero llegan.

Se habla de que el productor ya no vive en el campo sino en el pueblo, cuando en realidad eso no es lo trascendental, sino que lo realmente importante es que los ingresos de la gente de campo se gastan en el pueblo o en la zona de influencia, lo cual motoriza a las economías regionales. Los productores no gastan en las grandes ciudades. De esta manera, si se funde o quiebra el pequeño o mediano productor, desaparecen los pueblos del interior, y eso es lo que esta en debate. Y, sino que baste con observar el crecimiento vegetativo de los pueblos del interior, y el descenso notorio en la cantidad de pequeños y medianos productores en los últimos tres años, y el contraste con el ascenso de los grandes pooles de siembra.

Ese es el modelo productivo actual, un modelo de concentración de la riqueza del interior, en favor del estado y los grandes inversores. Y he ahí la verdadera discusión, la única cuestión de fondo de todo este asunto, sin cortinas de humo, ni propagandismos políticos, y también sin estériles debates de historia económica que tapan la verdad de lo que ocurre. Y esa es la lucha que se emprendió, no ya desde el campo sino desde todo el interior en su conjunto.